Pon a cocer dos huevos en agua hirviendo a fuego medio-fuerte durante 10 minutos.
Pela y trocea la cebolla en taquitos diminutos. Rehógala en una sartén con un chorrito de aceite.
Cuando la cebolla esté transparente añade el jamón serrano.
Si consideras que hay demasiado aceite retira un poco y procede a hacer la bechamel.
Echa en la sartén la harina y mueve con una varilla hasta que quede integrada con el resto de ingredientes.
A continuación vete añadiendo la leche tibia poco a poco, sin parar de remover hasta que tu bechamel espese (20 minutos a fuego medio).
Salpimenta, añade un poco de nuez moscada y la clara de los huevos cocidos troceada.
Cuando la bechamel tenga la textura deseada (y no se pegue en la sartén) coloca la masa de tus croquetas en un recipiente de cristal, tápala con film de plástico y déjala enfriar en la nevera durante 24 horas.
Tras este tiempo da forma a tus croquetas (redonda u ovalada, como quieras) y rebózala en huevo batido y pan rallado (en este orden).
A continuación friélas en aceite abundante e hirviendo, escurre el exceso de aceite en papel de cocina y sírvelas calentitas, templadas o frías, porque de cualquier manera estarán deliciosas.
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