Resulta curioso, pero cuando masticamos chicle, nuestra mandíbula se relaja. En este momento nuestro cuerpo empieza a liberar hormonas antiestrés. Nuestro hipocamo -parte del cerebro muy importante para la memoria- se estimula.
Por otra parte, el movimiento que realizamos al mascar chicle también mejora la circulación de la sangre al cerebro.
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