2. Sé consciente del tipo de preocupación
Cuando tenemos muchas preocupaciones en la cabeza, es aconsejable organizarlas bien y analizar qué tipo de pensamientos nos asolan. Por ejemplo, si se trata de preocupaciones infundadas y no hay nada que realmente esté en nuestra mano para paliarlas, lo que tenemos que hacer es aprender a no prestarles atención, a ignorar esos pensamientos innecesarios.
Si, por el contrario, sabemos que es algo que se puede solucionar, lo mejor será enfocarnos en resolver esa ansiedad. Por último, cuando nos acecha la angustia de algo que todavía no ha pasado y se puede prevenir, habrá que tomar las medidas pertinente dejando a un lado las posibles consecuencias que nos alarman.
[…] olvides que todo pasa. Los malos momentos, las preocupaciones, las malas rachas… no son eternas. Y los buenos tampoco. Así que […]