«Stevo tiene 35 años, es de Australia y tiene dos hijos. Tenía su propio negocio como concretador y le estaba yendo bien, hasta que su lucha contra el alcoholismo hizo que todo se desmoronara rápidamente. Al principio podía continuar con sus responsabilidades, pagar su hogar y administrar su negocio. Sin embargo, también comenzó a causar mucho estrés y dolor para su esposa y sus dos hijos. Finalmente, su esposa le convenció para registrarse en un centro de rehabilitación. Tras unos meses, regresó a su casa, pero estaba vacía. Su esposa se había ido con sus dos hijos. El dolor de perder a su familia le rompió tanto que regresó directamente a lo que sabía: la botella. Y esta vez terminó manejando arruinando su negocio y perdió su hogar. Dejó su pequeña ciudad rural y ahora no tiene hogar. Cuando terminamos el corte, me prometió que haría todo lo posible para pagar su próximo corte de pelo. Creo en él».